Ciencia
Las nanovacunas de ARN mensajero enfilan su siguiente objetivo: el cáncer

Las nanovacunas que ayudan a controlar la pandemia de COVID-19 ya saben luchas rontra el cáncer, reduciendo tumores y evitando su metástasis.
Rápido. Piensa un ejemplo de los beneficios de la tecnología en la medicina. ¿Ya? Es muy probable que las nanovacunas contra la COVID-19 hayan sido de las primeras en asomar a tu cabeza. La nanotecnología detrás de ellas es la última gran revolución médica, capaz de ayudarnos a doblegar una pandemia devastadora. Ahora, se propone hacer lo mismo con el cáncer.
Un objetivo de ida y vuelta
¿Qué tienen que ver las nanovacunas de ARN mensajero (ARN-m) con el cáncer? Mucho. De hecho, los investigadores buscaban ya desde hace años la manera de utilizarlas para tratar esta enfermedad, que solo en 2020 se cobró cerca de 10 millones de vidas en todo el mundo. Lo que ocurrió es que la COVID-19 se cruzó en el camino de estas vacunas y catapultó su desarrollo.
Ante la magnitud del reto que supuso la pandemia, científicos, tecnólogos, compañías, universidades, centros de investigación, gobiernos… todo tipo de expertos y organismos colaboraron para desarrollar a contrarreloj una vacuna viable. Encontraron en la tecnología de ARN-m y nanopartículas el aliado perfecto para hacerle frente.
Tal y como explica María José Alonso —investigadora al frente del Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (Cimus) de Santiago de Compostela— en el podcast Innoverse de Fundación Innovación Bankinter, “hasta que no surgió la pandemia de la COVID-19, existían algunas formulaciones en fase clínica, pero en estadíos poco avanzados”.
En pocos meses, contamos con vacunas totalmente aplicables, eficaces e innovadoras. “Podemos decir que son nuevas porque utilizan ARN mensajero y también lo son porque utilizan nanopartículas. Esas nanopartículas, de las que nadie habla, son las que contienen el ARN mensajero. Sin ellas, no podría cumplir con su función”.
Este trabajo coordinado y global supuso, por un lado, un gran éxito en el control de los peores efectos de la pandemia; por el otro, un paso de gigante en la unión de nanotecnología e inmunoterapia, dos de las grandes esperanzas que tenemos para luchar contra una enfermedad, el cáncer, que requiere soluciones a medida. Una muestra más de los beneficios de la tecnología en la medicina.
¿Cómo funcionan las nanovacunas?
Las nanopartículas a las que se refiere María José Alonso funcionan como el vehículo que lleva el ARN mensajero allí donde hace falta. “Son partículas relativamente simples, constituidas a base de colesterol y otros ingredientes químicos. Presentan la capacidad de transportar el ARN al interior de las células. Una vez allí, se pone en marcha la maquinaria y se produce el antígeno capaz de desarrollar la respuesta inmunológica”, explica la experta para Innoverse.
Esa respuesta inmunológica sirve para que nuestro propio cuerpo reaccione ante una infección por coronavirus, pero también puede ser útil para combatir un cáncer. María José Alonso describe la nanotecnología como “transversal” y, en principio, “aplicable a cualquier patología”. El cáncer no es una excepción en este sentido.
De hecho, ya están llegando los primeros resultados. Recientemente se ha ensayado con éxito en ratones con melanoma un hidrogel que libera nanovacunas que, a su vez, estimulan el sistema inmunológico para reducir tumores y evitar metástasis.
La principal diferencia que existe entre el uso de nanovacunas para controlar la infección por COVID-19 y hacerlo para controlar un cáncer es que, en el primer caso, el virus siempre es el mismo. Por eso, al acudir a nuestro centro de vacunación, casi todos solíamos recibir la misma formulación en función del día. “Hoy toca Pfizer/Moderna/Janssen” era una de las frases más repetidas aquellos días.
El caso del cáncer es distinto. El mensaje que debe transportar el ARN-m que se sube a una nanopartícula rumbo a una célula debe ser diferente para cada paciente porque no hay dos tumores iguales. Se trata de espabilar el sistema inmune del enfermo para que haga frente a una amenaza muy específica. Para ello, es necesario desarrollar un fármaco a medida. Y hacerlo rápido.

Nanovacunas personalizadas contra el cáncer a la vista
Esta posibilidad de desarrollar vacunas a la carta capaces de reducir tumores y evitar su metástasis está cada vez más cerca. El pasado mes de octubre, cuando recibieron el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, los creadores de BioNtech Ugur Sahin y Ozlem Tureci, auguraban que, en cuatro o cinco años, se podrán fabricar nanovacunas de ARN-m contra el cáncer a demanda.
De hecho, ya existe la capacidad de tener listo en un plazo de cuatro a seis semanas un fármaco capaz de estimular el sistema inmunológico del paciente para que pueda combatir el tumor. Sahin y Tureci aseguran que el uso de vacunas personalizadas es seguro y eficaz a la hora de controlar y reducir estas masas.
No cabe duda de que los beneficios de la tecnología en la medicina son enormes. Aplicar los últimos desarrollos marca la diferencia a la hora de afrontar los grandes desafíos médicos de la humanidad. Hoy, unas bolitas diminutas se dedican a llevar mensajes para chinchar a nuestro sistema inmune y lograr así que se supere en su trabajo, ya sea contra la COVID-19 o contra un cáncer. ¿No es increíble?